La existencia de núcleos urbanos abiertos que necesitaban de protección así como las nuevas concepciones militares de la guerra que convertían a la población civil en blancos militares de primera magnitud, supusieron un modo distinto de proteger a la ciudadanía ante los ataques aéreos indiscriminados. Las sirenas, el miedo, la falta de alimentos y medicinas y la incertidumbre, afectaron fuertemente la vida cotidiana de las personas que vivieron el conflicto en la retaguardia.
EL REFUGIO ANTIAÉREO DEL PARQUE DALMAU
La construcción de un refugio es un ejemplo de trabajo colectivo. Es, a su vez, una muestra de solidaridad ciudadana. Los trabajadores y vecinas sumaban esfuerzos en un objetivo común: construir un espacio donde salvaguardar el bien más preciado: la vida.
El emplazamiento de los refugios de Calella estaba condicionado por la topografía del territorio. La excavación de galerías sólo era posible en el sablón de los primeros cerros de la Cordillera Prelitoral, en la zona alta del municipio. Este hecho hacía que los refugios fueran muy accesibles por una buena parte de la población pero a la vez se encontraran distantes del lado poniente de la ciudad donde se ensancha la llanura litoral.
La Generalitat de Cataluña creó, en junio de 1937, la Junta de Defensa Pasiva. Posteriormente, durante el mes de agosto, se extendieron en el ámbito local las Juntas de Defensa Locales cuya función era principalmente, auxiliar a la población en caso de ser bombardeada o atacada con gases químicos. La generalización del conflicto y su dureza propiciaron que los tres refugios de Calella se construyeran con celeridad. A mediados de año los refugios ya se podían utilizar. La población se distribuía entre los diferentes refugios en función del barrio en el que residía. Cada refugio disponía de tres accesos con el fin de facilitar la entrada en su interior y evitar posibles aglomeraciones.
El mismo año, coincidiendo con un período de frecuentes bombardeos sobre Cataluña, la Junta de Defensa Pasiva de Calella, acordó unificar los toques de alarma en el mismo sentido que en muchas poblaciones catalanas: un toque largo indicaba peligro y la obligación de dirigirse al interior del refugio, y tres toques cortos anunciaban que el peligro ya había terminado. En caso de falta de corriente, se daban los mismos avisos pero mediante una campana instalada en el Ayuntamiento.
Los refugios son galerías excavadas en el subsuelo. Con objeto de hacerlos más habitables y evitar los desprendimientos, la bóveda estaba recubierta con baldosas simples y las paredes de los laterales se forraban con ladrillo macizo para proporcionar una mayor seguridad. En este tipo de refugio de pequeño tamaño, la ventilación y la iluminación eran muy básicas, sólo proporcionadas por las puertas de acceso y un alumbrado eléctrico que funcionaba con baterías compuesto por bombillas distribuidas a lo largo de las galerías.
El refugio del Parque Dalmau era el número 2. Fue construido siguiendo el modelo de mina de agua con una galería principal de 66 metros y medio de largo, 2 metros de alto y otros tantos de ancho; y tres galerías transversales de más de 20 metros de longitud cada una. Aquí te muestro algunos de los elementos que aún conserva el refugio …
Calella sufrió dos bombardeos aéreos. El primero se produjo en el mes de abril de 1937. Un avión proveniente de las bases aéreas franquistas de la isla de Mallorca bombardeó la fábrica Llobet-Guri S.A que se encontraba colectivizada en ese momento con el nombre ‘El Faro de Calella’. Aunque produjo graves daños materiales, no hubo que lamentar ninguna víctima mortal entre los habitantes de la ciudad. Más grave fue el bombardeo que sufrió la ciudad en noviembre de 1938. Cuatro bombas fueron lanzadas por un hidroavión de las fuerzas aéreas franquistas sobre las calles Colom y Riera, causando tres muertes y varios heridos, así como importantes daños en cerca de cuarenta viviendas. Otros ataques que sufrió la ciudad serían ametrallamientos aéreos y ataques de artillería desde barcos de guerra de la Marina sublevada que estaban situados frente a la costa del Maresme.
UN ENCLAVE PRIVILEGIADO
Calella es una población costera situada en la en primera línea de mar y a una distancia equidistante (50km) de los puntos de mayor interés turístico de Cataluña: Barcelona, Girona, Montserrat y la Costa Brava. Se encuentra junto a la N-II entre Sant Pol de Mar y Pineda de Mar y a 25 Km. de Mataró . Un enclave ideal para combinar unos días de playa con visitas culturales tanto a la propia ciudad como a Barcelona, Girona, la Costa Brava o Montserrat.
La historia de Calella comienza documentalmente en el siglo I a.C. gracias a los restos arqueológicos de origen romanos encontrados en la zona. Existen dos capillas que atestiguan la evolución de este ‘pueblecito’ en el S.XI. Su mercado confirma su existencia en el S.XIV y en el S.XVI, un cartógrafo incluye por primera vez en Roma, el nombre de Calella en un mapa de la Península. El desarrollo del comercio con América a lo largo del S.XVIII aumentó la actividad de las atarazanas (lugar donde se reparaban y construían barcos) y de la industria textil. Actualmente la ciudad está dedicada por completo al turismo.
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«Su situación estratégica excepcional, sus comunicaciones por tren o por carretera y su excelente clima Mediterráneo, han convertido a Calella en la capital turística por excelencia de la Costa del Maresme»
El Parque Dalmau es ahora, un punto de reposo, paseos y actos culturales tanto para los habitantes de Calella como para sus visitantes. Con una extensión aproximada de veinte hectáreas es un magnífico espacio natural con jardines y bosques mediterráneos de gran riqueza y gracias a los caminos y senderos expresamente señalizados, se puede recorrer fácilmente.
Este gran ‘área verde de ocio’ dispone de zonas infantiles, área de picnic, fuentes, pinares, zonas ajardinadas y numerosos bancos para descansar.
EL REFUGIO ANTIAÉREO DEL PARQUE DALMAU
El ayuntamiento constitucional que presidió el Sr. Jaume Dalmau y Libro haciendo un gran ejercicio de visión de futuro, adquirió en 1929 la finca, las casas, la huerta y el bosque de pinos llamado ‘Can Pelayo’ con el fin de destinarlo a parque municipal. Las obras, ejecutadas posteriormente por el ayuntamiento permitieron jugar con las pendientes naturales del terreno y la arboleda del antiguo bosque, diseñando zonas geométricas de jardines, avenidas, soportales y bonitos rincones.
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Su punto central es el llamado ‘Patio del Oso’, una pequeña plaza ubicada en el corazón de este espacio con columpios para los más pequeños y espacios para respirar el aire de los pinos y disfrutar de momentos de silencio y mucha tranquilidad. En el parque Dalmau cada año se celebra el ‘Encuentro de la Sardana’, la reunión de sardanistas más antigua de Catalunya y la más importante de todos los que se hacen actualmente.
«A parte de los espacios y rincones escondidos, el parque cuenta un con un auditorio para acoger conciertos al aire libre».